LAS VICTIMAS DE POMPEYA Y HERCULANO




La mayoría de los habitantes escaparon a la erupción, llevándose sus efectos personales, pero los que no tuvieron esta suerte perecieron a causa de los gases tóxicos y quedaron cubiertos rápidamente por las cenizas. Según últimas investigaciones (publicada por arqueólogos italianos en Nature), postulan que habrían muerto no por asfixia sino en forma instantánea por la ola de calor y polvo. Entre las ruinas se encontraron los restos de más de 2.000 víctimas del desastre, incluidos varios gladiadores encadenados para que no se escaparan o se suicidaran. El equipo de la Universidad de Nápoles dirigido por Alberto Incoronato realizó un análisis de 80 esqueletos encontrados en casas situadas a orillas del mar. Descubrieron que doce horas después del comienzo de la erupción, una primera corriente de cenizas volcánicas y de gases candentes cayó sobre la playa de Herculano. Los elementos más densos cesaron entonces momentáneamente su progresión, penetrando como tromba dentro de los refugios a los que había acudido parte de la población. En una habitación en la que 30 personas quedaron enterradas bajo la lava, se estima que ocho metros cúbicos de materia candente consumieron sus cuerpos, haciendo que se pulverizaran instantáneamente sus órganos y fijando su osamenta. Esa pulverización permitió que no se consumieran completamente, preservando su postura. La misma provocó una baja momentánea de la temperatura. Las articulaciones de los huesos, e incluso algunos tejidos, se enfriaron entonces y fueron recubiertos por la ceniza, que formó una suerte de sarcófago. El análisis de los dientes y de los huesos de estos esqueletos arrojó las mismas características que se encuentran en una incineración: cráneos abiertos y fracturas netas transversales ennegrecidas por el calor, fracturas longitudinales de los huesos largos y planos y fisuras del esmalte de los dientes. Estos indicios, asociados al análisis de las tejas encontradas en el lugar, permitieron calcular la temperatura que reinó en el momento de la catástrofe. No se produjo ninguna flexión de los miembros de las víctimas. La postura de las osamentas encontradas revela la ausencia casi total de gestos de protección o de signos de agonía. Las leves flexiones y crispaciones observadas en los pies y en las manos no se deben a reflejos de contracción, sino que se produjeron en una fracción de segundo al contacto con el calor, inmediatamente antes que la corriente de ceniza los petrificara en capas sucesivas. Las cenizas, mezcladas con la lluvia, se depositaron alrededor de los cuerpos, los cuales se corrompieron, pero dejaron la forma en las cenizas. Los investigadores vertieron cemento líquido dentro de algunos de esos moldes (método fue ideado por Giuseppe Fiorelli en 1860) y así fueron emergiendo las formas de sus cuerpo, revelándose la posición exacta la momento de su muerte. Se encontraron panaderos que acababan de sacar una hornada, alfareros que confeccionaban vasijas, soldados que estaban de guardia, una matrona -llena de oro y joyas-, cuyo esqueleto fue descubierto en el vestuario de unos gladiadores. Incluso, un perro encadenado se convirtió en estatua. Muchos murieron juntos unos a otros. Algunas de estas figuras se exponen en el museo construido en la actual ciudad de Pompeya, cerca de Porta Marina, una de las ocho puertas de la ciudad.

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