ESTAMBUL


La compañía checa nos dejo puntualmente en nuestro destino sin más complicaciones que un par de pasajeros con cierto tufillo a alcohol, suerte que las butacas son bastante anchas para repeler el desagradable olor de aquellos tipos. Una vez en suelo ya turco, antes de que puedas franquear la puerta del aeropuerto, deberás pagar las tasas obligatorias. Luego ya puedes lanzarte a recorrer las bulliciosas calles principales de Estambul, no olvides tampoco adquirir tu moneda o ficha en el quiosco para poder entrar en el tren ligero o tranvía. A medida que vayas conociendo la ciudad te sorprenderá su personalidad tan acusada que no sabes muy bien si definir europea o asiática, cristiana o musulmana. Y es que esta megalópolis a cambiado tanto de manos, de nombre, como de creencias, y es que supongo que es el precio que ha tenido que pagar por ser una encrucijada de mares y caminos entre oriente y occidente. Actualmente ha perdido su capitalidad por Ankara, pero sigue siendo un importante punto neurálgico para la industria, el comercio, la enseñanza y el turismo. Las zonas históricas de Estambul fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1985, por sus importantes monumentos y restos históricos. El monumento natural mas importante que le ha dotado la naturaleza a esta ciudad es su bósforo, un estrecho que divide en dos partes la ciudad, conectando el Mar de Marmara con el Mar Negro y separando físicamente Asia de Europa, aunque dos puentes salvan están distancia.

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