ENCLAVE BIZANTINO





La estratégica posición de Bizancio atrajo al emperador romano Constantino I el Grande, quien en el año 330, fundó de nuevo la ciudad como Nova Roma o Constantinopolis y la convirtió en capital del Imperio Romano y, tras su división en 395, la nombro Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino. Del primer periodo de esplendor destaca la IGLESIA DE SANTA SOFIA, obra maestra del arte bizantino que mandó construir el emperador Justiniano I. Fue construida del 532 al 537 por Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, matemático y arquitecto respectivamente, cubrieron el edificio, de planta casi cuadrada, con una cúpula central sobre pechinas. Ésta reposa sobre cuatro arcos, sostenidos a su vez por cuatro columnas. Dos semicúpulas hacen de contrafuerte de la cúpula central y los muros abiertos están asegurados por contrafuertes. Posee además unos bellos mosaicos bizantinos con el Pantocrátor, cruces y peces cristianos en teselas doradas de mucha bella. Fue utilizada como iglesia cristiana durante casi mil años, desde su construcción en el año 537 hasta la conquista de Constantinopla por los turcos en 1453, momento en que fue convertida en mezquita. Allí se refugiaron los aterrorizados habitantes en el ataque a la ciudad. En 1935 fue convertida en museo. Pasear por esta gran nave despejada de columnas es impresionante, ver en primera persona los grandiosos medallones con escritura árabe me hizo emocionar, las lecciones de mi profesor de historia del arte, se hacían realidad. Subir al primer piso que circunda la nave hace que saques la lengua porque es una gran rampa cuadrada que me recordó a cuando subes por la Giralda de Sevilla.

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