EL POST DE GELBER

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gato ha dicho que…
El Sauce Coro
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Poco a poco, un viejo suelta unas hojas de coca, sobre un poncho tendido sobre la mesa, mientras va diciendo unas frases en puquina, luego señala algunas y dice finalmente...

-No esta bien... mejor la otra semana.

Aurelio Rodríguez, es consultado por los pobladores, cuando están enfermos, cuando tienen problemas y hasta cuando se pierde una vaca... tiene una rara virtud, Aurelio Rodríguez... lee las hojas de coca.

Hombre alto y fornido, con cara envejecida por los arenales y punas, con piernas torcidas, por su vida en los caminos montando caballo, viste botas, casi hasta las rodillas, pantalón y camisa de bayeta, y sobre esta, un poncho de vicuña a rayas, además de su shullo bajo su sobrero de pana y un cuchillo en su cinto de cuero. Da la sensación, que los ha pasado a todos en edad... Es su ropa normal de viaje, esta mañana sale con sus mulas a comerciar al sur, a la costa...

Quien le consulta, es Tomas Alarcón Medina, lleva los dos apellidos de su madre, porque el de su padre le fue negado desde el Vaticano... es el hijo del cura... desde pequeño, tuvo que salir adelante por su madre y por él, ahora ya mayor y solo, es camaronero, se dedica a extraer ese exquisito crustáceo del rió que serpentea entre los Andes... Estamos en el circulo de fuego, tierra volcanes y terremotos y aquella madrugada, ocurrió uno...

Por mi parte diré que llegue sacudido por el destino, esa misma mañana, ya que mi esposa debido al sismo, monto en un susto espantoso y ella siempre desconfiada, me pidió que nos quedáramos por unos días hasta que los caminos que trepan los Andes, sean más seguros y dejen de soltar piedras... a lo cual accedí, por su estado grávido... Vamos camino a mi terruño, a ejercer mi reciente profesión, mi esposa será mi asistente y allá vamos a sorprender a todo nuestro clan.

Luego de las presentaciones de recién llegado que busca hospedaje, y el natural afecto que se brinda en la provincia a los profesionales venidos de la capital, rápidamente me acuñaron un cariñoso apodo, seria por la delgadez de mi experiencia o por mi sombrero Borsalino que me acompañaba o por mis manos tan suaves, como potito de recién nacido... lo cierto es, que por mi ropa y mi estampa no hacia juego con nada, solo con mi apodo... doctorcito.
gato ha dicho que…
El pueblo se encontraba en una tarea poco común aquella mañana, reconstruir con los mismos adobes, las paredes agrietadas y caídas, casi todas las casas muestran alguna rajadura y los niños, a los cuales, el invento de los zapatos, aún no ha llegado, rápidamente dan cuenta del inventario de los daños ocurridos en la madrugada...

Yo salí en busca de la beatita Dolores... por referencia de ellos, era ella quien podía darme hospedaje por unos días, por su parte, Aurelio Rodríguez partió con sus mulas hacia el sur, sólo Tomas Alarcón Medina se quedo en la puerta, él consultó, si lo sucedido en la madrugada podía perjudicar su faena de una semana, ya que tiene que pagar un alquiler por un trecho del río.

Colocando en la balanza, el hecho que era época de muda de los camarones, y lo que le habían aconsejado...

-¡Faustino!, vamos al río...

Y así, partieron hacia el río, en éste, pasarían el día armando con carrizos las trampas en forma de embudo, para los camarones. A Tomas Alarcón Medina las murmuraciones que cargaba a su espada le
habían amargado el alma, desconfiado y solitario, tenia en su cinto la bolsa con las monedas del arriendo del río, y en un descanso, mientras estaba recostado en un árbol, un sauce coro, llamado así, por la poca cantidad de hojas que tenía, se quedo pensando y mando a Faustino al río con una excusa... cuando regreso, las monedas, ya no eran problema...

Al finalizar la jornada despacho al muchacho al pueblo, y él, se quedo colocando las trampas... durante la noche comenzó a sentirse mal... un dolor intenso en la espalda y en la boca del estomago obligó a Tomas Alarcón Medina a cambiar sus planes, trato de recoger algo de lo que había caído, pero no pudo...

A la mañana siguiente, cuando regresa Faustino, lo encontró boca abajo tendido sobre su poncho temblando e hirviendo en fiebres... como pudo, lo llevo al pueblo... cuando llegó, a quien primero avisó fue a la beatita Dolores, ella junto con otros vecinos, colocaron a Tomas Alarcón Medina en su camastro, La beatita Dolores siempre tenía experiencia en los primeros auxilios y orquestaba las ayudas, mandando a traer las plantas medicinales y los fluidos de los animales para las curas que la experiencia le había enseñado, pero en esta ocasión, también llamó al doctorcito.

Cuando llegue lo primero que pedí es que todos salieran, claro menos la beatita Dolores y mi esposa, tuve que regresar por mi maletín porque el cuadro era grave, mi diagnostico era una pulmonía fulminante, ante ello, poco podía hacer ya que con infusiones y orinas de carnero poco se puede combatir, trate de colocarle ventosas para así poder aliviar la pleura, pero todo fue inútil...
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Al día siguiente lo estaban velando, y con él, mi reciente prestigio... era mi primer muerto... eso no se olvida con facilidad, aunque no dejó deudos, yo me sentía mal con todos...

La beatita Dolores coordino todo para el entierro, según la costumbre, con mortaja, descalzo y tres cruces. Asistí al entierro casi por un sentimiento de impotencia...esa tarde, sólo lloró el cielo...

La vida retomó su rutina y cada día sentía mas pequeño el pueblo, ya con mi esposa más repuesta, se acercaba la fecha de partida hacia mi ciudad natal...pero esa tarde, la rutina se quebró.

Llegaron a la plaza, como estampida, la gente del pueblo trato de rodearlos, pero no atinaban a dar explicación, Faustino era el mas afectado, se tomaba las manos como queriéndolas enjabonar y exprimir a la vez sólo salían ruidos de su boca y miraba fijo hacia delante tratando de hablar, por su parte pajarito, su hermano, lloraba desesperadamente y su boca estaba totalmente abierta, su cara manchada de tierra dejaba ver los surcos dejados por las lagrimas, sus ojos estaban locos y se movían para todos lados, caminaban rápido, sin que la gente lo pueda atajar, se trataban se seguir de frente y cruzar el pueblo, pero cuando la gente los logro detener, Faustino comenzó a convulsionar y se le blanquearon los ojos y cayo como una loza, de espadas, comenzó a botar espuma y fue presa de temblores, las manos y los pies se le torcieron.

-¡Aire!...¡Aire!- Dijo la beatita Dolores extendiendo los brazos y tratando que la gente del pueblo se apartara.

Cuando llegue, sujete a pajarito de un brazo, y vi, que en su pánico, se le había desencajado la mandíbula del cráneo y por eso no podía cerrar la boca, inmediatamente saque mi pañuelo y pedí otro prestado, me vende los pulgares y dije –sujétenlo- sabiendo que perdería mis uñas, procedí a colocar mis pulgares sobre sus molares y con los otros dedos, sujetar bien la mandíbula, para encajarla nuevamente, la reacción es instintiva... un fuerte mordisco...
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Al rato llevaron a los hermanos a su casa, yo fui por mi maletín y les di alcance, ingresando al cuarto, mis cejas fueron las primeras en opinar... era sin duda un caso serio, Faustino estaba envuelto en sudores y fiebres y parecía querer despertar de una pesadilla, y no podía, la beatita Dolores, estaba tratando de bajarle la fiebre con unos emplastos en la frente a base de bosta de vaca... yo por mi parte colocaba mi maletín y mi escasa experiencia sobre la pequeña mesa, huérfano de hospitales y asistencias me veía nuevamente en la urgencia de tratar de sacar otro paciente embarcado en el viaje final...

La beatita Dolores viendo los gestos de dolor que me producían los pulgares, rápidamente me dio unos panes remojados en vinagre e insistió en que me cubriera los dedos mordidos, para que no pierda las uñas... a lo cual accedí en forma de penitencia...

La noche ya se había adueñado del pueblo, y el eje estaba en la casa de Faustino, los chismes y las historias comenzaron a circular, las mujeres ya se santiguaban y echaban cruces, los niños revoloteando las ventanas llevaban vientos de chismes sobre lo que yo hacia dentro, de cuando salía de la habitación, en eso entro por la plaza, Aurelio Rodríguez acarreando sus mulas y su caballo, pronto noto el cambio de ritmo en el pueblo y se dirigió a donde todos iban, la casa de Faustino ... ya en ella lo pusieron al tanto de todo lo sucedido en la quincena... él, callado escucho todas las versiones y se decidió a entrar...

Cuando vio a Faustino, la angustia de la beatita Dolores, mi cara de preocupación y mis panes remojados en vinagre, sabia que lo que se venia... así que salió, cogió a pajarito de los antebrazos, lo sentó en la silla y sin soltarlo, le dijo.

-Pajarito tienes que llevarme pa alla-

Pajarito, bañado en lagrimas, sólo atino a mover la cara en señal de negación.

Aureliano Rodríguez acerco su cara tan cerca, que podía sentir su aliento a coca y concentro su mirada en los ojos de pajarito.

-Pajarito, si no me llevas a donde lo vieron, Faustino se muere esta noche,... y en quince días... viene a llevarte...

Pajarito sólo pudo asentir con la cabeza...
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Aureliano Rodríguez salió de la casa y fue a los corrales, de allí regreso con la brida y las riendas en sus hombros y en la mano una lámpara de viajero... entro en la habitación y me dijo...

-Doctorcito el remedio no esta aquí-entregándome la lámpara

-Acompáñeme necesito su ayuda.

Y así, salimos del cuarto, primero su decidida sombra, después él, la lámpara, mi escuálida persona y por último mi temblorosa sombra... mis panes remojados en vinagre, se quedaron.

Dejamos a las mujeres al cuidado del paciente... montando en las bestias, partimos en dirección del sitio donde se encontraba, el origen del miedo... dejamos los animales lo mas cerca que se podía, y continuamos a pie en medio de los maizales, Aureliano Rodríguez caminaba decidido y prácticamente arrastrando al pequeño, la lámpara espantaba las sombras y todas se querían ocultar entre las hojas, hasta que pajarito entre ruegos y llantos no quería avanzar más ... solo atino a decir

-¡Ahí!... ¡Ahí!... en el ojo de agua..

Y voló a la carrera, hacia el pueblo... salimos de los maizales y nos encontramos con una pared hecha por el desnivel del suelo, lo cierto es que era de arena, muy compacta, como de 5 varas de altura, era un desplazamiento de tierra producido por algún terremoto, del cual, caía una fuente de agua y había calado en ella una hendidura.

-Doctorcito, apunte la lámpara pa alla –me señalo.

Casi suelto la lámpara, cuando un frío me entro por el pecho, la piel se me erizo desde el centro hacia las extremidades y me atravesó por completo..solo atine a mover mi pie izquierdo antes de quedarme congelado... mis ojos lo vieron...

¡Era un amortajado!...

Con su cabeza media reclinada parecía que no tenía hombros, no se le veía los pies pero la tela de la basta estaba toda hecha tiras como si hubiera caminado mucho y su cara..., su cara... estaba llena de gusanos... en eso sentí el ruido de un latigazo que me quito la parálisis, era Aureliano Rodríguez que le aplicaba un latigazo con las bridas que traía y le vociferaba groserías y palabras en puquina que no entendí, esto lo hizo tres o cuatro veces y siempre se oía lamentos..y quejidos, hasta que le amortajado respondió... sólo Aureliano Rodríguez lo comprendió, y así el amortajo, como si hubiera dado un paso hacia atrás, se desapareció en el muro... yo hombre de ciencia y criado en la fe cristiana, estaba mudo... Aureliano Rodríguez me dijo.

-Doctorcito,...vamos al río.
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No necesito decirlo dos veces... caminamos rodeando los campos, llegando por fin al río, ya la luna en cuarto creciente, nos esperaba, Aureliano Rodríguez sabia que buscaba.

-¿Qué buscamos?-

-El sauce coro-

Pasamos varios árboles, que acompañaban el cause del río, él levantaba la vista y trataba de reconocerlo.

-Doctorcito apunte arriba.

Y el revisaba la copa de los árboles...

-Vamos mas adelante...

Me anime a preguntarle..

-¿Qué es coro?...

Murmurando unas palabras en su dialecto me dijo.

-Es un árbol con pocas hojas, casi pelado.

No recuerdo cuantos árboles revisamos, hasta que los ojos de Aureliano Rodríguez se abrieron más... -¡Éste es!-... saco su cuchillo, y comenzó a escarbar en las raíces... fue en eso que empezó el sonido...

Sólo te da un o dos segundo de aviso, antes de que todo se comience a mover, era otro terremoto, el sonido viene de abajo, de las entrañas de la tierra, el polvo se comienza a levantar, los árboles, las piedras del río, todo, todo, comienza a agitarse, el movimiento era el peor, el horizontal.

Fue una cosa rápida, ya no me podía sostener en pie, Aureliano Rodríguez seguía buscando
sin importarle nada... el ruido era aterrador, trate de sujetarme de una rama, pero en eso, el movimiento empeoro y se hizo mas intenso, ya se escuchaba crujir la tierra... se estaba rajando...

Caí para atrás y en lugar de encontrar el suelo, media espalda encontró un abismo, que se trago mi sombrero Borsalino y la lámpara, cuando esta caía, pude ver de reojo las entrañas de la tierra, no repito lo que grite, por verguenza , solo diré, que no lo decía desde niño...

Trate de levantarme o rodar, no recuerdo bien, pero la tierra me cernía para el abismo, cuando mis gritos ya se hacia mas delgados, sentí un tirón en mi pie, que me jalo al mundo de los vivos.
gato ha dicho que…
El terremoto se fue y el sonido fue el último en irse...

Aureliano Rodríguez y yo terminamos cara a cara con nuestras cuatro extremidades en el suelo...

-Carajo, éste si estuvo fuertecito.

Mi primer pensamiento, fue para mi esposa, así que regresamos lo antes posible a pie, porque las bestias se había espantado, cuando llegamos a lo que quedaba del pueblo, entramos zigzagueando por las calles, el polvo y la tos, era el común denominador, mi esposa estaba temblando en una crisis nerviosa, esperándome en la plaza para regresar a la capital apenas saliera el sol... la beata Dolores ya organizaba el socorro a los heridos y el enfermo dormía, las fiebres habían cedido...

Los extraños acontecimientos previos, habían salvado a los pobladores, porque casi todos estaban fuera de sus hogares, cuando el terremoto paso por allí. Luego de tres días convencí a mi esposa de retomar nuestras vidas y le pedí que nos quedáramos dos semanas más, para poder atender a los heridos.

A modo de tranquilizante, le recete un paseo por el río, para ver como sacaban los camarones y enseñarle la cicatriz en la tierra que había dejado el terremoto, el sitio donde volví a nacer...

Luego, sobre una charla de nuestro futuro, llena de promesas y sueños, con el sonido del río en sus oídos, ella dio descanso a sus miedos y reclino dulcemente su cabeza en el árbol diciéndome.

-Si nos vamos ha quedar, será mejor que entierres el dinero.

Levante la vista y lo reconocí,... era el sauce coro...
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Sorry ANNA, yo le pedí al viejo un kekito... y me trajo una torta de matrimonio... sino lo publicas, yo te entiendo...

Cuídate y disfruta tus vacaciones...

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