Del 02 al 04 junio de 2007 Salgo de casa a las 4.30, la luna casi llena me acompaña, no hay nadie en la carretera, Vueling me regala una facturación rápida, saco dinero y voy al baño, que difícil es viajar sola con la maleta, me hago un poco de lío pero consigo salir victoriosa. El control policial es lo que mas nerviosa me pone, y no por el hecho de esperar sino por los impacientes, por los despistados que no se dan cuenta que les pitara el cinturón hasta que les pita en la maquina, ¡Santa Paciencia ! Me da tiempo, me tomo una napolitana de chocolate y escojo una silla de la cafetería que debe estar sobre unas maquinas muy potentes situadas en el piso inferior, y me llevo un masaje gratis. Realizamos el embarque sin incidencias hasta que veo que tengo como compañero de viaje un señor italiano XXL, por suerte el avión va casi vacío y dejo que se desparrame en nuestra fila y yo me acomodo en la de delante, solita. De Milán salen autobuses hacia Lugano, el billete son 40.00 eur entre id
Una cosa es que el móvil sea, durante gran parte del día, una extensión de nuestro cuerpo y otra bien distinta que lo utilicemos para controlar constantemente a nuestra pareja, que suframos ansiedad y nerviosismo si nos quedamos sin batería o que decidamos no ir de excursión a la montaña porque queremos estar “conectadas” con el mundo y se prevé que no habrá cobertura. La adicción varia según la utilización que se le de al teléfono: puede emplearse para controlar de forma compulsiva a alguien, con lo que la dependencia estaría relacionada con el sujeto en particular; puede usarse para llamar a líneas eróticas, lo que muchas veces esconde una adicción al sexo; o también ocurrir que el objeto de las llamadas sean consultorios del Tarot, lo que pede esconder una depresión. 
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