FUERTEVENTURA PARTE II


29 ABRIL 2007
Desayunamos y salimos hacia el mercadillo ambulante mas cercano antes de empezar la ruta cultural, además vamos para allá con curiosidad por saber si estará la nigerianita que nos vendió agua turbia por perfume, y así es, allí esta, le montamos un semi pollo no por lo falso de los productos sino por lo insalubre de los frascos y el contenido, la señora se disculpa y nos regala lo que queramos del puesto, así que nos vamos con una pulserita cada una, que no vale lo que nos hizo pagar pero se agradece el gesto.

Mas tarde empieza nuestra ruta, hoy hacia el norte, hasta Corralejo y allí quizás cojamos el ferry que te lleva a Isla Lobos. Por el camino pasamos de nuevo por el aeropuerto y Puerto del Rosario, la capital isleña con poco atractivo cultural, y con algo de marcha por la noche pero nada destacable. Pillamos la circunvalación, y seguimos nuestro camino hasta las Dunas de Corralejo, con su aire calido y exótico, inusual para nosotras, y es que el influjo del desierto ha cuajado profundamente, y embellece la zona nororiental con un vaivén de suaves dunas que se bañan en el Atlántico. Es el Parque Natural de las Dunas de Corralejo, paralelo a la costa a lo largo de ocho kilómetros, que introduce su fina arena hacia el interior en un tramo de tres kilómetros.

Llegamos a Corralejo, esta costa tiene un agua de un azul intenso, orillas profundas y playas de arena fina. Finalmente decidimos no ir a Isla de los Lobos, yo se que soy muy susceptible a marearme y hay mucho viento, por lo que decidimos no ir. A cambio me pierdo en una tienda Benetton y no voy a repetir lo que me gasto. Comemos a base de tapas y fritangas en el paseo marítimo con unas vistas excepcionales, ha estado bastante bien la elección del Restaurante “Cofradía de pescadores”.

Es la hora del regreso al sur, pero propongo ir en busca de mas tesoros de la isla y al bajar tomamos la carretera interior y vamos a para a Los Molinos, una cala en la costa opuesta, formada por arena negra y rocas basálticas del mismo color que brillan intensamente en sus acantilados mojados por el atlántico, es un maravilloso cofre con piedras preciosas y no puedo evitar poner los pies en sus aguas heladas. Después de este bonito hallazgo nuestro espíritu aventurero se anima y seguimos por la carretera interior que transcurre por los municipios y pueblos de Antigua, Pájara y Tuineje que recuerdan a la meseta castellana. En poco rato nos plantamos de nuevo en el lado opuesto de la isla y recalamos en Las Playitas, otro bello recoveco mas abierto al mar, con playas más suaves y un pescador con pocos miramientos que al lanzar la caña en un lugar de paseo publico casi nos hace tragar el anzuelo. Seguimos la ruta hacia el sur camino del hotel, y nos detenemos de nuevo en otro pueblo del que nos llama la atención su nombre, Gran Tarajal, allí nos tomamos un refresco acompañados de unas vistas maravillosas de una playa larga y ancha sin fin, con un montón de niños jugando en ella. Ya en el hotel cenamos, nos tomamos nuestro cocktail y nos hacemos unas partiditas al billar, y es cuando una niña sin casi el año, y por lo que creemos alemana nos empieza a perseguir por el bar, quiere conversación, no se de que tipo, pero claro viendo el percal y el nivel medio de edad es normal que quisiera estar con las mas jóvenes, es decir, nosotras.



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