HISTORIAS DEL TREN: 30 LARGOS MINUTOS
Que el tren tarde 30 minutos en hacer un trayecto corto hasta el ridículo da para muchas cosas, una de las cosas mas habituales quizás, es la de observar a quien esta sentado enfrente, ya sea por aburrimiento, curiosidad, atracción e incluso repugnancia, que en la viña del señor hay de todo. El otro día estos largos 30 minutos los invirtió un marido, no diría ya tanto a mirar, sino a observar, escudriñar, a ver de nuevo a alguien que tienes muy visto. Y es que delante suyo tenía a su mujer, convertida una autentica desconocida. Al hombre al que le pude leer los pensamientos, le daba vueltas a un asunto, y es que era incapaz de recordar cuando su mujer empezó a mutar a rubia, de donde le habían salido esas mechas tan claras. Tampoco sabia muy bien en que gimnasio había perdido las curvas su mujer, en otro tiempo una sexy morenaza que le enamoro. Esos pensamientos, demasiado profundos para una mañana cualquiera, le hicieron abrir el periódico y en seguida se puso a repasar mentalmente temas del trabajo y a su secretaria, cosa que no le daría oportunidad de ver, ni pensar, para quien se estaba retocando los labios su mujer.
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